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La semana pasada se inicio en el estado de Iowa el
larguísimo proceso electoral de los Estados Unidos de Norteamérica para elegir
a su próximo Presidente y vicepresidente, en donde Barack Obama podría
reelegirse por única vez.
Correspondió
al Partido Republicano arrancar en ese Estado su proceso interno para elegir la
fórmula que enfrentarán al actual mandatario, que concluirá en el mes de
agosto, en Florida, con la Convención Nacional, en una compleja y desgastante
carrera que pelean varios aspirantes como el congresista Ron Paul; el
exgobernador de Massachusetts Mitt Romney; el exgobernador de Arkansas Mike
Huckabee: el exgobernador de Louisiana Bobby Jindal, y Rick Santorum, y del que
hasta el momento no se puede apostar por ninguno de ellos como claro favorito,
independientemente que en Iowa hayan hecho el uno-dos Mitt Romney y Rick
Santorum.
Pero el
martes 6 de noviembre de 2012 no solo se elegirá Presidente y vicepresidente de
Los Estados Unidos. Ese mismo día se elegirán 33 Senadores, la totalidad de lo
Cámara de Representantes, 11 gobernadores y varios legisladores de los Estados
en un “”superpartes”” como es conocida esa fecha en aquel país. El debate que
los distintos candidatos a los cargos de elección están dando ya, a través de
los medios de comunicación y en distintos foros sindicales, sociales,
deportivos, vecinales y comunidades hasta el momento esta versando sobre
aborto, matrimonios del mismo sexo e interpretaciones bíblicas sobre como
deberían ser los sistemas de salud y educación.
Hasta en
tanto no esté definido el adversario republicano del presidente Obama esas
seguirán siendo las vertientes de las confrontaciones verbales entre los
candidatos a diputados, senadores o Gobernadores, para dejar temas como la
economía para la sucesión presidencial, donde los conservadores republicanos
tienen pensado centrar la acusación contra el actual inquilino de la Casa
Blanca, dado que el déficit fiscal se ha incrementado; los paquetes de
estímulos para las jefes de familia sin empleo fueron insuficientes o mal
diseñados; el mercado de la vivienda sigue deprimido; la confianza del
consumidor sigue en baja; y lo peor es que el desempleo sigue por arriba del 8
por ciento, cifra, por cierto, que no le ha permitido a presidente alguno ganar
una reelección.
Si bien
es cierto que estos factores son reales en la economía norteamericana, también
lo es que la mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha obstruido
cuanta iniciativa de Barack Obama ha llegado para combatir éstos. De manera obcecada
y más para lastimar y perjudicar la administración del actual Presidente estadounidense
los republicanos han votado una y otra vez contra las políticas públicas
presidenciales sin importarles el efecto en sus representados, que no son otros
que desempleo, perdida de poder adquisitivo, nulos programas de salud, educación
elitista y racista, pérdida de viviendas del sector obrero al no contar con
recursos para seguir pagándolas, leyes persecutorias para los millones de
inmigrantes radicados en los Estados Unidos, y lo peor, una casi impagable
deuda externa de esa nación, la mayor en el mundo indiscutiblemente, que se
incrementa, para que tenga usted amable lector una idea, mil 400 millones de
dólares diariamente.
Si la
deuda externa norteamericana de suyo es grave, la interna da para realizar unos
ejercicios que clarifican el estado crítico en que se encuentra la otrora
nación más poderosa del mundo. Hoy día supera los 10 BILLONES de dólares, es
decir, que cada mujer, hombre, Anciano o niño norteamericano debe 30 mil
dólares (Per cápita), y sumadas una con otra, las deudas para 2020 representarán
casi 350% del Producto Interno Bruto estadounidense, lo que se traduce en una
verdadera catástrofe para cualquier gobierno que llegue a partir de 2012 en
adelante, si no deciden recortar gastos de guerra, aumentarle impuestos a los
que ganan mucho dinero, y dejar de fabricar dólares cada vez que se les antoje
sin tener el respaldo de bonos de tesoro sólidos y bien cotizados en el mercado
internacional.
Obama ya
dio el primer paso en ese aspecto al repatriar los soldados norteamericanos que
estaban en Irak y con esa acción ha mandado a decir a todo el pueblo
estadounidense que va a recortar gastos militares que son muchos y
extraordinarios. Tendrá en plena campaña que hacer un pronunciamiento similar
con la guerra que libran en Afganistán y, comprometerse con su pueblo a no
declarar ninguna otra guerra porque cada vez que los aviones y buques de guerra
gringos despegan o se mueven se gastan millones y millones de dólares que
evitan creación de empleos en cualquier ciudad norteamericana, o subsidios para
el campo gringo, o comprar infraestructura hospitalaria para mejorar los
sistemas de salud en aquel país, o para invertir en escuelas y educación
pública.
No me
cabe la menor duda que como sucedió en la campaña de 1992 cuando Bill Clinton
se enfrento al presidente George Bush en la elección presidencial y todo mundo
daba por hecho que Bush se reeligiría, porque gozaba de un extraordinario
prestigio internacional (se le atribuía el haber vencido al comunismo,
principal enemigo norteamericano), será
el tema de la economía, quien mejor lo maneje e interprete frente a los
estadounidenses, quien gane la presidencia de la república.
Clinton llevo a ese
terreno a Bush y lo venció al demostrarles a sus compatriotas el mal manejo que
hizo de esa asignatura el texano. Hoy, Obama puede arrinconar a los
republicanos y sus candidatos al demostrar que son los que se han opuesto a
políticas públicas económicas que ha enviado al Congreso para salvar de la
crisis económica a esa nación.
Si no lo hace o no
sabe hacerlo perderá la elección el martes 6 de noviembre.
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