Coyuntura Política XXI
Raúl Abraham López Martínez*
Mientras que en los estados de Oaxaca, Puebla y Sinaloa las alianzas electorales demostraron capacidad de convocar y movilizar a importantes sectores de la sociedad civil para derrotar al PRI e instaurar de esa manera gobiernos de alternancia. En el Estado de México Andrés Manuel López Obrador optó por descalificar los esfuerzos de la consulta ciudadana del 27 de marzo organizada por Alianza Cívica y Propuesta Cívica, cuyos resultados se inclinaron por conformar una alianza electoral entre el PAN y el PRD.
Con esta decisión de dinamitar la alianza entre dos importantes fuerzas electorales, López Obrador abonó el terreno político para favorecer al candidato de Peña Nieto.
En respuesta a estos resultados, el dirigente máximo de Morena se ha negado a reconocer el error de bloquear una amplia alianza electoral. Limitándose a declarar una serie de evasivas y señalamientos contra el PRI.
De la misma manera los voceros que tiene Obrador en el periódico La Jornada, Julio Hernández López, Arnaldo Córdova, Octavio Rodríguez Araujo y Jaime Avilés, entre otros, se han dedicado por completo a justificar las acciones de López Obrador en nombre de la Guerra Santa que tiene contra el PAN y señalando lo inequitativo del proceso electoral y las cuestionables prácticas a las que recurrió el PRI para ganar la elección. Pero en ningún párrafo que han publicado estos voceros de AMLO se puede leer una consideración autocrítica en torno a los recientes acontecimientos.
La omisión de una autocrítica por parte de estos actores tiene la intención de buscar deslindar a López Obrador de la parte de responsabilidad política que tiene en el desastroso desenlace electoral de hace una semana.
Con esta falta de autocrítica, estos personajes nos demuestran que su función de críticos se reduce a señalar al PRI y al PAN, pero cuando se trata de criticar a un político a quien le sirven de asesores, su capacidad de crítica se desmorona y de pronto se convierten en los tíos lolos de la película.
No es con tíos lolos como se va lograr la consolidación democrática del país, las mentes lúcidas tienen que poseer la cualidad de no dejarse seducir por ningún tipo de poder. Deben ante todo, mantener su libertad de crítica ante cualquier político o referente de poder.
Lo que la actual coyuntura emanada del 3 de julio exige a las fuerzas democráticas es desplegar su más amplia capacidad de autocrítica, no es con evasivas y con los señalamientos de siempre como vamos a mejorar nuestra capacidad de competencia electoral. No es protegiendo a un caudillo de sus malas decisiones el modo como vamos a llegar fortalecidos a la elección presidencial.
Tampoco vamos a consolidar importantes avances electorales concibiendo a la política como lo hace López Obrador, en una relación irreconciliable entre amigos y enemigos. En etiquetar a todos aquellos que no piensan como AMLO como desleales.
Esta fundamentalista forma de conceptualizar las relaciones políticas tiene que cambiar en lo inmediato, los críticos, los integrantes del PRD y de los movimientos sociales, tenemos la obligación de rechazar esta aberrante forma de reducir lo político entre amigos y enemigos, que sólo ha conducido a la reducción de simpatizantes y al retroceso electoral.
El enemigo no son los críticos de AMLO, no son los chuchos, o el PAN, o incluso el PRI, los enemigos sólo toman forma y contenido en los conflictos bélicos, en las guerras de expansión imperial, en las Guerras Santas, en la supuesta guerra de Calderón, en donde lo que se trata es de aniquilar por completo al otro, como lo intentaron hacer en los campos de concentración en la Alemania nazi o en la Rusia socialista, porque el otro representa a un enemigo, a un impuro que atenta contra nuestros principios con el cual es imposible conciliar o acordar, y por lo tanto hay que aniquilarlo, desaparecerlo por completo de la faz de la tierra.
Concluyo señalando que de nada sirve que los intelectuales sometidos y los cegados seguidores le confeccionen una y otra vez un traje invisible a López Obrador, lo que se requiere es suscitar la autocrítica, identificar de manera colectiva los errores y diseñar nuevas estrategias de movilización social y competencia electoral que nos permitan incluir a otros actores aunque no piensen idéntico al caudillo.
*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx raul@vozuniversitaria.org.mx facebook.com/raul.lopezmartinez