EL
ELBAZO: JUSTICIA SELECTIVA
Por
Helí Herrera Hernández.
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Vaya que
el Estado es perverso cuando quienes lo dirigen sirven a grupos económicos en
lugar de la sociedad que los eligió. Sus sellos autoritarios y corruptos marcan
la pauta de la mayoría de sus actos sin importar el momento histórico que se
viva.
Antes, la nomenclatura diseño el delito
de disolución social, primero durante el
gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho (14 de noviembre de 1941), años
más tarde envilecido por el de Miguel Alemán (15 de enero de 1951), bajo el
cual metieron a la cárcel a líderes obreros pulcros, honestos, demócratas y
revolucionarios como el maestro Otón
Salazar, Valentín Campa y Demetrio Vallejo cuya causa por democratizar el
sindicalismo en México los llevo a la cárcel de Lecumberri.
El contenido del artículo 145 y 145 bis
del Código Penal para el Distrito y territorios federales sirvió para acallar
sus ideas de luchar contra el charrismo en México, impulsado, consentido y
apapachado hasta la fecha por todos los gobiernos federales desde esa época,
sin importar el partido político al que hayan pertenecido los presidentes de la
república. Ninguno de los tres tenían
residencias en Cancún, Puerto Vallarta o Acapulco; mucho menos en San Diego,
Paris o España. Jamás se les encontró una cuenta bancaria ni en pesos mucho
menos en dólares, ni sus hijos disfrutaban la vida como si fueran vástagos de Emilio
Azcarraga, Carlos Slim o María Asunción Aramburozabala.
Eran obreros ferrocarrileros,
magisteriales o médicos que lo única que exigían de su patrón, el gobierno, era
libertad sindical para elegir ellos mismos a sus dirigentes, aumentos
salariales y libertad de movimiento para realizar manifestaciones públicas,
porque desde aquellos años le daba a los gobiernos priístas por imponer a los
líderes sindicales (charros), con el claro propósito de corromperlos y evitar
que lucharán por el bienestar de sus representados.
Por eso mismo los metieron a la cárcel,
para dar un ejemplo claro de lo que les esperaba a todos sus seguidores y
desanimarlos en sus objetivos, independientemente de desarticular al movimiento obrero
revolucionario que sin recato alguno los tuvo detenidos hasta 1970,
justo cuando otro movimiento, éste estudiantil, entre sus demandas, exigió la
inmediata liberación de todos esos presos
políticos. Eran los tiempos del autoritarismo en México que pervirtieron al
Estado a grado tal que lo volvieron sordo e invidente frente a las violaciones
a los derechos humanos que se cometían un día si, y otro también, contra los
líderes sindicales honestos.
Estos golpes al sindicalismo marcaron
al país como el golpe fascista de Pinochet en 1973 marco a Chile, o como la
dictadura de Anastacio Somoza marco a Nicaragua, por mencionar solo algunas
cicatrices latinoamericanas. Por eso cuando el PRI pierde en el 2000 las
elecciones presidenciales la mayoría de los mexicanos pensaron que México iba a
cambiar, que la democracia electoral y sindical iba a permear la vida diaria de
un país herido por su pasado, y que los nuevos gobernantes tenían que
inspirarse en él para lograr la transformación que la sociedad, con su voto
mayoritario, anhelaba.
Ya no
querían que el gobierno federal se dedicara a tirar cadáveres para inculpar a
líderes petroleros que ellos mismos solaparon y encubrieron en sus raterías; ya
no querían que el presidente de la república se ocupara en tirar a líderes
magisteriales incómodos para poner en su lugar a Elba Esther Gordillo, al más
viejo estilo antidemocrático de Carlos Salinas. Ansiaban la democracia en todos
los ámbitos y por ello optaron por el candidato que pregonaba el cambio, sin
analizar que éste adolecía de principios y valores en esa materia. Total que el
remedio estuvo peor que la enfermedad dado que tanto Vicente Fox como Felipe
Calderón mostraron en la docena trágica ser más
corruptos, más tramposos y mas perversos que los priístas y si no, vea como
dejaron al país en detalle.
Fueron
ellos quienes encumbraron a los líderes sindicales corruptos que dijeron iban a
combatir y meter a la cárcel, inclusive. Nada hicieron contra Carlos Romero
Deschamps, contra el líder de los ferrocarrileros Víctor Flores, contra el
líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia y contra Elba Esther
Gordillo, por mencionar solo a los más caraduras y sinvergüenzas de la inmensa
mayoría de dirigentes sindicales en México. Todo lo contrario, muchos de éstos
se convirtieron en aliados del presidente y eran premiados incrustándolos al
gabinete presidencial.
Cuando
Adolfo López Mateos ordena el encarcelamiento de Campa, Salazar y Vallejo se gana el repudio total de los mexicanos
porque sabían quienes eran y de que estaban hechos. Hoy que Enrique Peña
Nieto ordena la detención de la maestra Gordillo se gana el aplauso de la
inmensa mayoría de los mexicanos, es cierto, porque ésta, como los
anteriormente señalados, hasta la vergüenza habían perdido y a la vista de
todos paseaban sus riquezas frente a la pobreza y miseria de millones de
compatriotas. Pero si los vientos de este nuevo PRI fueran los de llevar a la
cárcel a todos los líderes obreros corruptos que hay en México, ¿porque se
detienen con la maestra, porque no continúan con los demás que siguen de ostentosos
presumiendo dinero, propiedades, joyas y excesos?
¿Porque
no siguen con los banqueros que asaltan todos los días, a plena luz, con cobros
injustificados por cualquier trámite y lo que es peor, quitándole a los que
tienen poco dinero y que les cuesta muchísimo trabajo conseguirlo? ¿O con don Carlos Slim que le basta ordenar a
sus empleados el cobrar un peso más a los recibos de Telmex o de telcel cada
mes, que multiplicados por los casi 80 millones de usuarios se embolsa ilegalmente
la misma cantidad de dinero?
¿Y
porque no seguir con expresidentes de la república que se enriquecieron bajo el
amparo del poder, o con exgobernadores que hicieron negocios durante sus
sexenios que les hicieron acumular verdaderas fortunas y vaya, hasta con
diputados y senadores que son dueños de gasolineras, placas de taxis y
propiedades inmensas que son el ejemplo a seguir de casi la mayoría de
alcaldes?
No, esta
acción contra Elba Esther es singular,
no plural; es por castigo y no por regla; es ejemplo Pedro para que lo
entiendas Juan; es advertencia del Estado y quienes lo representan para con
todos aquellos que no entienden que el presidencialismo autoritario esta de
regreso y quiere líderes sindicales sumisos, organismos empresariales
obedientes, gobernadores abyectos; líderes políticos “a modo” porque si no………te descubrirán las riquezas que todo el
pueblo las sabe desde siempre y que solo el gobierno federal no.
La justicia selectiva es garrote para
el desobediente y premio para el sumiso, así de simple en México.
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