lunes, 4 de marzo de 2013

EL ELBAZO: JUSTICIA SELECTIVA


EL ELBAZO: JUSTICIA SELECTIVA

                                               Por Helí Herrera Hernández.
                                               plazacaracol@hotmail.com
                                               Twitter: HELIHERRERA.es

       Vaya que el Estado es perverso cuando quienes lo dirigen sirven a grupos económicos en lugar de la sociedad que los eligió. Sus sellos autoritarios y corruptos marcan la pauta de la mayoría de sus actos sin importar el momento histórico que se viva.

         Antes, la nomenclatura diseño el delito de disolución social, primero durante el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho (14 de noviembre de 1941), años más tarde envilecido por el de Miguel Alemán (15 de enero de 1951), bajo el cual metieron a la cárcel a líderes obreros pulcros, honestos, demócratas y revolucionarios como el maestro Otón Salazar, Valentín Campa y Demetrio Vallejo cuya causa por democratizar el sindicalismo en México los llevo a la cárcel de Lecumberri.

         El contenido del artículo 145 y 145 bis del Código Penal para el Distrito y territorios federales sirvió para acallar sus ideas de luchar contra el charrismo en México, impulsado, consentido y apapachado hasta la fecha por todos los gobiernos federales desde esa época, sin importar el partido político al que hayan pertenecido los presidentes de la república. Ninguno de los tres  tenían residencias en Cancún, Puerto Vallarta o Acapulco; mucho menos en San Diego, Paris o España. Jamás se les encontró una cuenta bancaria ni en pesos mucho menos en dólares, ni sus hijos disfrutaban la vida como si fueran vástagos de Emilio Azcarraga, Carlos Slim o María Asunción Aramburozabala.

         Eran obreros ferrocarrileros, magisteriales o médicos que lo única que exigían de su patrón, el gobierno, era libertad sindical para elegir ellos mismos a sus dirigentes, aumentos salariales y libertad de movimiento para realizar manifestaciones públicas, porque desde aquellos años le daba a los gobiernos priístas por imponer a los líderes sindicales (charros), con el claro propósito de corromperlos y evitar que lucharán por el bienestar de sus representados.

         Por eso mismo los metieron a la cárcel, para dar un ejemplo claro de lo que les esperaba a todos sus seguidores y desanimarlos en sus objetivos, independientemente de desarticular al movimiento obrero revolucionario que sin recato alguno los tuvo detenidos hasta 1970, justo cuando otro movimiento, éste estudiantil, entre sus demandas, exigió la inmediata liberación de todos esos presos políticos. Eran los tiempos del autoritarismo en México que pervirtieron al Estado a grado tal que lo volvieron sordo e invidente frente a las violaciones a los derechos humanos que se cometían un día si, y otro también, contra los líderes sindicales honestos.

         Estos golpes al sindicalismo marcaron al país como el golpe fascista de Pinochet en 1973 marco a Chile, o como la dictadura de Anastacio Somoza marco a Nicaragua, por mencionar solo algunas cicatrices latinoamericanas. Por eso cuando el PRI pierde en el 2000 las elecciones presidenciales la mayoría de los mexicanos pensaron que México iba a cambiar, que la democracia electoral y sindical iba a permear la vida diaria de un país herido por su pasado, y que los nuevos gobernantes tenían que inspirarse en él para lograr la transformación que la sociedad, con su voto mayoritario, anhelaba.

Ya no querían que el gobierno federal se dedicara a tirar cadáveres para inculpar a líderes petroleros que ellos mismos solaparon y encubrieron en sus raterías; ya no querían que el presidente de la república se ocupara en tirar a líderes magisteriales incómodos para poner en su lugar a Elba Esther Gordillo, al más viejo estilo antidemocrático de Carlos Salinas. Ansiaban la democracia en todos los ámbitos y por ello optaron por el candidato que pregonaba el cambio, sin analizar que éste adolecía de principios y valores en esa materia. Total que el remedio estuvo peor que la enfermedad dado que tanto Vicente Fox como Felipe Calderón mostraron en la docena trágica ser más corruptos, más tramposos y mas perversos que los priístas y si no, vea como dejaron al país en detalle.

Fueron ellos quienes encumbraron a los líderes sindicales corruptos que dijeron iban a combatir y meter a la cárcel, inclusive. Nada hicieron contra Carlos Romero Deschamps, contra el líder de los ferrocarrileros Víctor Flores, contra el líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia y contra Elba Esther Gordillo, por mencionar solo a los más caraduras y sinvergüenzas de la inmensa mayoría de dirigentes sindicales en México. Todo lo contrario, muchos de éstos se convirtieron en aliados del presidente y eran premiados incrustándolos al gabinete presidencial.

Cuando Adolfo López Mateos ordena el encarcelamiento de Campa, Salazar y Vallejo se gana el repudio total de los mexicanos porque sabían quienes eran y de que estaban hechos. Hoy que Enrique Peña Nieto ordena la detención de la maestra Gordillo se gana el aplauso de la inmensa mayoría de los mexicanos, es cierto, porque ésta, como los anteriormente señalados, hasta la vergüenza habían perdido y a la vista de todos paseaban sus riquezas frente a la pobreza y miseria de millones de compatriotas. Pero si los vientos de este nuevo PRI fueran los de llevar a la cárcel a todos los líderes obreros corruptos que hay en México, ¿porque se detienen con la maestra, porque no continúan con los demás que siguen de ostentosos presumiendo dinero, propiedades, joyas y excesos?

¿Porque no siguen con los banqueros que asaltan todos los días, a plena luz, con cobros injustificados por cualquier trámite y lo que es peor, quitándole a los que tienen poco dinero y que les cuesta muchísimo trabajo conseguirlo?  ¿O con don Carlos Slim que le basta ordenar a sus empleados el cobrar un peso más a los recibos de Telmex o de telcel cada mes, que multiplicados por los casi 80 millones de usuarios se embolsa ilegalmente la misma cantidad de dinero?

¿Y porque no seguir con expresidentes de la república que se enriquecieron bajo el amparo del poder, o con exgobernadores que hicieron negocios durante sus sexenios que les hicieron acumular verdaderas fortunas y vaya, hasta con diputados y senadores que son dueños de gasolineras, placas de taxis y propiedades inmensas que son el ejemplo a seguir de casi la mayoría de alcaldes?

No, esta acción contra Elba Esther es singular, no plural; es por castigo y no por regla; es ejemplo Pedro para que lo entiendas Juan; es advertencia del Estado y quienes lo representan para con todos aquellos que no entienden que el presidencialismo autoritario esta de regreso y quiere líderes sindicales sumisos, organismos empresariales obedientes, gobernadores abyectos; líderes políticos “a modo” porque si no………te descubrirán las riquezas que todo el pueblo las sabe desde siempre y que solo el gobierno federal no.

La justicia selectiva es garrote para el desobediente y premio para el sumiso, así de simple en México.

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