Hace unos días decíamos que sería un error del PAN la expulsión de su ex presidente nacional, Manuel Espino, si se basaba en las diferencias, profundísimas, que mantiene con el presidente Felipe Calderón. Y sigo pensando que ese sería un grave error, pero lo que sucede es que Espino está urgido de que lo expulsen del PAN y ha iniciado una escalada de acusaciones y maniobras contra Acción Nacional que harán imposible detener esa expulsión.
Lo ocurrido en la ODCA, que agrupa a los partidos demócrata cristianos de América Latina, es una clara demostración de ello. Espino obtuvo la presidencia de esa organización por su partido, no a título personal. Al PAN correspondía ejercer nuevamente la presidencia de la organización que Espino deseaba conservar porque es un magnífico foro para operar dentro y fuera de México.
Pero ni ya era presidente del PAN ni tenía el apoyo y la confianza de la dirigencia partidaria, alineada en su gran mayoría con el presidente Calderón. Manuel operó entonces para que fuera el partido de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, el saliente presidente de Colombia y su sucesor, el que se quedara con esa posición que le correspondía a Acción Nacional. Operó, trabajó, declaró en ese sentido y perdió en forma abrumadora: la ODCA designó, por unanimidad, a su nuevo presidente, el panista Jorge Ocejo.
Como respuesta, Espino aseguró que comenzará a hacer denuncias sobre la corrupción dentro del PAN y del gobierno calderonista. No sé con qué cartas contará Espino en ese sentido pero, sin duda, verídicas y verificables o no, sí serán mediáticas. La pregunta es por qué entonces se esperó hasta ahora en hacerlas si las tenía desde hace tiempo. Suena por lo menos sospechosista, como hubiera dicho Creel hace unos años, y parece más un chantaje que cualquiera otra cosa.
En realidad, Espino sabe que, en una lógica de ese tipo, lo que ocurriría sería una suerte de suicidio colectivo donde afectaría al gobierno, saldrían muy golpeados el ex presidente Vicente Fox y su familia, al igual que Espino, junto con alguno de sus antiguos socios y amigos, como Nahum Acosta, aquel director de giras de la Presidencia durante el sexenio de Fox que fue acusado de tener relaciones con Arturo y Héctor Beltrán Leyva. Espino tiene todo el derecho del mundo a mantener sus posiciones políticas y apostar por ellas, pero la ruta del chantaje en ese ámbito podría ser un suicidio político para él y muchos más.
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El trabajo que está realizando Salvador Vega en la Secretaría de la Función Pública sigue siendo uno de los más eficientes, aunque relativamente silenciosos, del gobierno federal. La construcción de una verdadera unidad de investigación, como la que edificó Vega Casillas en esa dependencia, le ha permitido conocer y poner al descubierto innumerables tramas de corrupción. Esta semana informó de un grupo de funcionarios del Fovissste que desfalcó al Instituto con créditos de vivienda en 570 millones de pesos. La denuncia ya está en manos de la PGR, mientras que la Función Pública se está convirtiendo en el organismo fiscalizador que siempre debió haber sido.
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Gerardo Fernández Noroña deberá tener algunas virtudes, pero entre sus graves defectos políticos está mentir en forma constante; buscar, a través de la agresión y el insulto, imponer sus puntos de vista; asumir que, a base de la provocación y no de los argumentos, puede destacar en el escenario político nacional. Representa lo peor de una clase política que, se diga de izquierda, derecha o centro, está condenada a ser una rémora del pasado. Pero nunca pensé que Fernández Noroña podía llegar a la bajeza de convertir el síndrome de Down en un insulto, como lo hizo el diputado en Twitter para atacar, una vez más, a algún adversario. Es una infamia. El diputado ya tiene una denuncia ante la Comisión contra la Discriminación y ojalá que sus colegas diputados, que suelen ser tan estrictos y críticos con muchos otros, aprueben, por lo menos, una moción en contra de este personaje. En muchas ocasiones aquellos que se dicen militantes muy radicales de un cierto tipo de izquierda terminan en los brazos de las posiciones más fascistoides. Y este es uno de esos casos.
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Ayer se volvieron a reunir en Gobernación autoridades federales con los ex dirigentes del SME. Una vez más el vocero del encuentro volvió a ser Martín Esparza que cada día representa menos y eleva sus exigencias políticas. ¿Hasta cuándo esperará el gobierno federal para ponerle un alto a las agresiones y los desmanes de Esparza contra los funcionarios federales? ¿Hasta cuándo el Gobierno del Distrito Federal aceptará que estos porros del sindicato sigan agrediendo, sin tocarlos ni con el pétalo de una rosa? ¿Unos y otros esperan que ocurra una tragedia mayor para reaccionar y poner un límite a estos personajes? Fuente informativa: Excelsior.com.mx // Autor: Jorge Fernández Menéndez. // Fecha de publicacion: Viernes 06-Agosto-2010.
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